Mediodía, antes o después, da igual, 160 km de bici en la meseta castellana, ni un repecho, menos un puertecillo serpenteante y sombrío, solo seguir la gris línea de ardiente asfalto.
kilómetro a kilómetro, pueblo tras pueblo, provincia tras provincia.
Sol y polvo, tierra seca por los cuatro puntos cardinales , da igual a donde te dirijas, la boca siempre seca, el agua del bidón casi quema , la humedad no existe, el sudor se seca al primer contacto con la infernal atmósfera que te envuelve , no se puede ni pensar , eso también te quema, me distraigo contemplando la cadencia de mis piernas mirando mi sombra reflejada en la cuneta e intento que no decaiga.
Cada 30 ó 40 kilómetros el único oasis que sólo dura un par de minutos
Y a seguir.
Así pasan las horas y cuando al final termina la sesión de bici, me doy cuenta que ha sido un bonito paseo y que ahora empieza lo peor.
A correr por aquí, aunque sólo sean 10 ó 12 kilómetros.
Bueno, pues esto es lo más placentero y quien no lo crea, que venga a entrenar aquí en Enero.