3/1/09

Del agotamiento a la satisfacción solo hay un duro calentamiento.



Cuantas veces al concluir un agotador día de trabajo el cuerpo está cansado y nos dice que no se siente capaz de realizar nada más y menos una sesión de ejercicio aeróbico, en ese momento, la primera, la mejor y casi la única opción que contempla tu hastiada mente es la de poner fin a toda actividad ,stop por hoy, finalizar , pero finalizar no de “Finisher” si no finalizar de ¡ Se acabó! ¡ A la mierda el entrenamiento de hoy!, total con este cansancio no te beneficia el ejercicio , así no se asimila, que por un día no pasa nada , ni por dos ni por tres, que mañana entreno un poco mas y mejor y así recupero” y además correr a pleno sol con un calor sofocante o coger la bici con este día de perros o tirarme a la piscina a estas horas etc. etc.

Por una parte la mente puede encontrar mil y una razón para quedarse tumbado descansando y con el cuerpo hecho unos zorros.
Es un mecanismo de nuestra cabeza enfocado a no tener que sufrir ese suplicio físico y mental durante esos primeros pero largos minutos que te estas poniendo las zapatillas y cambiando de ropa o preparando y que a la vez sueñas con el momento en que ya estas de regreso, para no sufrir esa ráfaga de viento helado en la bici nada mas ponerte a dar pedales o para no sentir el doloroso golpeo de tus pies y piernas agotadas contra el asfalto de cualquier sitio a la luz de unas farolas que vuelta tras vuelta alarga la hora de terminar la jornada y acorta el tiempo de descanso.
Pero también teniendo en cuenta que el cansancio es una sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual o de ambas, se puede pensar que casi nunca se está lo suficientemente cansado como para no intentarlo y poderlo realizar, mas bien creo que es el animo lo que a priori está peor, el pensar con el cuerpo frío y agotado en el esfuerzo que te espera.

Pues Sí.
Todo esto ocurre, o por lo menos a mí me ocurre, pero también a mí me ocurre que a medida que vas superando los duros primeros minutos en que tu cuerpo va de pena pero ya has salido, lo estas intentando y ya no te vas a dar la vuelta y aguantas un poco mas y así llega un momento en que ya estas sudando y que el cansancio sigue allí pero lo enmascara un ritmillo más o menos estable que has logrado imponerte, ya no piensas en el frío o si es de noche o en cuando se termina esto, solo te dejas llevar aunque se sufra un poquito pero sigues y sigues como el “Conejito de Duracel” y casi sin haberte dado cuenta estas haciendo los últimos metros de regreso en los que el estado de ánimo es totalmente contrario al que tenias al inicio de esos mismos metros casi se podría decir que es eufórico y de satisfacción, pero lo más importante es que después de la ducha estas física y mentalmente infinitamente mejor que si te hubieras quedado tumbado y todo gracias a haber decidido superar ese durísimo pero efectivo calentamiento de los días con mal cuerpo.



Llevo más de un mes de muchos días seguidos de trabajo y muchas noches y para afrontar el entrenamiento hago llegar a mi cabeza el vivo recuerdo de las innumerables veces que al concluir un duro día de trabajo y casi o sin casi de noche, el salir a correr se convertía en un suplicio pero después de 20 ò 30 minutos corriendo, cuando el sudor afloraba por mi cuerpo ese cansancio desaprecia y las sensaciones eran muy buenas.
Y merecía la pena el relax y satisfacción que sentías al terminar .